¿De dónde viene nuestra necesidad de cambio?
¿Sientes que algo no funciona en tu vida?
¿Qué deseas cambiar y mejorar en alguno o varios aspectos de tu vida?
¿De dónde viene esa necesidad de cambio?
¿Por qué algunos de los cambios que hacemos no traen la satisfacción esperada?
¿Quieres y te gustaría conectar con los deseos de tu alma?
“LOS CAMBIOS EXTERNOS SON EL RESULTADO DE LA TRANSFORMACIÓN INTERIOR”
“LA VIDA ES UN CAMINO Y LOS CAMBIOS SE PRODUCEN EN LOS CAMINANTES, NO EN EL CAMINO”
Vivimos en una era de cambios continuos y rápidos. Quizás esa es una de las razones por la que pensamos que necesitamos cambiar algo en nuestras vidas.
Muchas veces provocamos los cambios en el exterior, cambiando de casa, coche, lugar de residencia, pareja, estudios,trabajo, etc. Hasta que nos damos cuenta que esos cambios no crean la satisfacción añorada. Entonces buscamos cambios internos, cambios de comportamientos que no nos gustan o que creemos que pueden mejorar.
Esos cambios pueden estar inspirados por libros de autoayuda, por recomendaciones de alguien al que suponemos el conocimiento suficiente como para decirnos que tenemos que cambiar y que no, o simplemente porque la “cultura” del momento nos dice cómo deberíamos ser para ser aceptados en sociedad.
Normalmente ninguno de estos cambios nos llevan a experimentar esa satisfacción y paz anhelada.
Curiosamente el ser humano tiene un potencial enorme en su interior, que si conectara con él vería rápidamente resultados positivos y verificables en su entorno y en su interior.
Desde más salud, paz interior, mejores relaciones y prosperidad económica y laboral. El problema está en que no sabemos conectar con ese potencial, no sabemos cual es, y en vez de utilizarlo, usamos una serie de inercias aprendidas que nos llevan siempre al mismo lugar, y después de nuevo a la casilla de salida.
Esa vida en espiral nos lleva a momentos de experimentar un profundo vacío existencial, o peor aún, no queremos experimentarlo y lo tapamos con “anestésicos”sociales en forma de distracciones varias, con tal de no mirar hacia dentro y conocerse realmente.
Al no conocerme no puedo usar lo mejor de mí, en vez de eso uso lo que se ha instalado en mi a lo largo de mi historia personal en forma de traumas, condicionamientos, informaciones sin contrastar, ideas formalmente aceptadas(aunque en mi interior sienta una gran resistencia hacia ellas), creencias prestadas o heredadas, anhelos de libertad malentendida, búsqueda de conocimientos teóricos que calmen mi hambre intelectual (pero que no encuentran una aplicación real y satisfactoria en mi vida diaria)y un sinfín de metas que cuando las consiga “todo cambiará”…
Está claro que no puedo utilizar lo mejor que hay en mí si no lo conozco, y el primer paso es, precisamente, reconocer que no lo conozco.
Ser consciente de mi ignorancia es el principio de la sabiduría. Ver como se han instalado en mi interior todo ese contenido y ser capaz de separar el grano de la paja (no todo lo aprendido e inculcado tiene que ser necesariamente negativo).
Una vez sabiendo con lo que cuento, puedo empezar a limpiar mi mente de la parte “contaminada” y reemplazarlo con experiencias reales y contrastadas.
Buscar un conocimiento que no alimente más mis teorías, sino que me sirva para aumentar mi COMPRENSIÓN y así poder ACEPTAR mi realidad y mi propio proceso existencial.
Cuando empiezo a comprender lo que me ocurre y lo acepto como el mejor regalo que el Universo me puede dar, empiezo a entrar en un estado de profundo agradecimiento y paz interior, lo que se traduce hacia el exterior en expresión del verdadero amor hacia fuera y hacia dentro de mí.
“¡TRISTE ÉPOCA LA NUESTRA! es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.
Einstein
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Fernando Maldonado